
Hablar de miedos no da ningún miedo cuando se comparten emociones. Se aprende, por ejemplo, que algunos temores desaparecen bebiendo leche fresquita. Ni caliente ni tibia: fresquita. Que hablar de la muerte de los seres queridos nos hace bien a todos. Y que tragarse las lágrimas sabe dulce si estamos en buena compañía.
Una vez más, los niños me ayudaron a mirar de otra manera...
http://www.santanderciudadviva.com/noticia.asp?Id=32058
Una vez más, los niños me ayudaron a mirar de otra manera...
http://www.santanderciudadviva.com/noticia.asp?Id=32058